En la hechicería ancestral se habla mucho del inframundo, honramos a nuestros ancestros
a través de rituales y entendemos que siempre hay una vida después de la vida, pero
¿cómo es que hacemos tangible ese morir y renacer estando en este plano, viviendo en
esta dimensión y siendo consientes de nuestro día a día?
Hace mucho tiempo la magia era una ciencia usada para conocer el mundo sutil que nos
envuelve, para aprender a adentrarnos en los misterios de los reinos que nos rodean y de
esa forma sanar; esos mundos mágicos que nos han descrito a través del tiempo, existen
en un punto y un espacio en el que nuestro linaje mágico se encuentra, ese espacio se
llama plano astral.
En la rueda del año existen dos fechas que son grandes portales, momentos en los que se
abre el velo entre la dimensión en la que estamos y la dimensión que nos acerca con seres
de otro plano, el 31 de octubre este velo se devela para acercarnos a nuestros ancestros, a
ese linaje que nos dejó impreso el ADN mágico en nuestro transitar por la tierra, por eso
nos llaman brujas porque podemos tener la capacidad de sentir el momento en el que en
la tierra se abre ese plano astral.
Pero ¿para qué queremos accesar a esos planos, para qué queremos tener contacto con
ellos? Las brujas de todo el mundo tenemos algo en común, la sabiduría de que existen
diferentes planos de conciencia y las brujas que trabajamos en este plano de la mano con
la Diosa y la tierra, empezamos a aprender a descubrirnos por medio de nuestros tres
planos de la existencia, para entender precisamente el concepto de morir y renacer.
Durante algunos años he sido guía de este tipo de brujas que buscan tener una conexión
con la Diosa a través de una tradición, que quieren conocer los elementos en la tierra y
dentro del cuerpo para transmutar, que descubren cada fase de la Diosa en ellas para
entender su evolución, que aprenden que siempre hay momentos para morir y renacer.
Yo siempre había dado formaciones mágicas de modo presencial, nunca me había
planteado la idea de compartir en línea nada a pesar de que así me he formado varios
años, estaba muy cómoda con la idea de juntarnos en un lugar, abrir el círculo, llamar a los
elementos y la Divinidad, ritualizar de la forma en la que los ancestros nos han enseñado y
lo hemos llevado a cabo; nunca esperé que llegara una situación en la que tuviéramos que
permanecer encerrados y aislados de todo y de todos.
Y con esa situación llegó la incertidumbre, todo empezó cuando decidí que en esa
cuarentena que nos prometieron al empezar la pandemia, la gente podía desesperar, y yo
en postura de Melissae en servicio, decidí compartir un tallercito en línea que se llamaba
21 días de tarot, justo el tiempo que nos habían dicho que íbamos a permanecer en el
encierro, así empezamos en los tiempos de Ostara el momento en el que el fuego se hace
presente en la tierra, pero las brujas seguíamos sintiéndonos en el caldero de Samahin,
ese que nos lleva a Morir y renacer y que meses antes ya habíamos recibido para nunca
decirle adiós en ese año.
Pasando esos 21 días de tarot y teniendo una respuesta maravillosa, decidí continuar
compartiendo más formaciones en línea, hasta que llegó el punto de plantearme ¿qué
pasaría si mi formación Strophalos de Streghería con Hékate que es toda una formación
completa de la rueda del año se llevar a cabo en línea?
Me pasaban por la cabeza muchas preguntas y muchas respuestas, todas girando en torno
a que la magia debe ser presencial o no, a que la gente se sienta bien, a que la gente logre
conectar con la Diosa en cada clase en cada celebración, a que la pandemia nos permita
estar en presencial o no.
Así que un día en mi meditación de las mañanas decidí pedir guía, me acomodé enfrente
de mi altar, activé los elementos y llamé a mi Diosa, a mi madre oscura que durante todos
estos años me ha dado las respuestas para volver al servicio, por lo regular pongo un poco
de música para poder hace mi journeying siempre sutil para no perder la concentración,
pero nunca esperé que esta guía llegara justo cuando empezó a sonar:
“we are the flow, we are the ebb, we are the weavers, we are the web, we are the flow,
we are the ebb, we are the witches back from the dead”
Recordé que al principio de todo cuando solo existía la nada, se creó una chispa divina que
hizo que todo cobrara forma y se estableciera en cada punto, dando vida a una gran red
que nos mantenía unidos a los seres humanos en todo el mundo, una red que nos daba el
conocimiento de todo nuestro alrededor, que nos enseñaba a ver lo que otros veían a
sentir lo que otros sentían y a estar en comunicación con todos y todo, esa red divina
hacia que los humanos invocaran al aire, al fuego, al agua y a la tierra, invocaran al espíritu
creador, le pusieran forma, le dieran nombre; esa red mágica mantenía a todos
conectados con la tierra y con las estrellas y así todas las culturas aun estando en puntos
diferentes de la tierra, tenían en común una fuente de vida, con diferente nombre pero
igual en sus características esa fuente de vida es la Diosa y la Diosa desde que se hizo
presente en la conciencia humana nos ha enseñado a evolucionar en ella, a conocer la
tierra para crear y materializar en esta dimensión y siempre nos ha mantenido
conectados a la red.
Los ancestros aprendieron a trabajar en esa red energética, desplazándose con viajes
astrales, comunicándose con los reinos y los lementales y nos dejaron un gran legado y
todo ese ADN mágico que recibimos hoy nos debería hacer más conscientes de las
posibilidades ilimitadas que tenemos hoy con la tecnología.
Pensando en todo me di cuenta de los grandes límites que nos establecemos los seres
humanos, la resistencia que generamos para no ser parte de algo, para no sentir, así que
decidí dar mi formación Strophalos de manera virtual cada semana, conectándonos en
esta que para mi era una nueva red, yo estoy en la Ciudad de México y me impresionó
mucho que quienes sentían el llamado para tomar esta formación eran de diferentes
partes del país y del mundo me sentí muy afortunada y bendecida porque era gente que
no conocía mi trabajo y aun así sentían el llamado de ser guiados por mi en una rueda
completa del año.
La primera Strophalos virtual empezó a girar en octubre del 2020 y con ella todo el círculo
empezamos a descubrirnos conectados a una red que nos hacía descubrirnos en los ciclos
de la tierra, explorar nuestros sentimientos en cada punto elemental, compartir
experiencias y vivencias similares, trabajar con los reinos herbal y mineral de una forma
muy cercana y descubrir que estabamos muy conectados aunque nunca hayamos estado
en un mismo lugar, que conocíamos nuestros talentos, que aprendíamos todos de todos y
sosbre todo que nos sosteníamos con el gran amor incondicional de la Diosa.
Hékate nos llevó a transitar por su Strophalos y nos hizo descubrir que cada uno de
nosotros somos su templo, somos nosotros en ella y somos su gran corazón.
Muchas gracias a mi Strophalos I por la confianza, por el cariño y por haberme enseñado
que la red que creamos traspasa mucho más que tiempo y espacio.
Mar de Copal, Loucifer, Karen, Mafer, Daniela, Jimena Colibrí Azul, Nathaly, Yndira,
Orkidos BlackSpider, Tania, Fer, América, Leyre, Gaby, Ilanna, Lillian, Julia, Alizze, Abril,
Estela, Iraís, Ana, Isabel, Jud, Araceli, Lila, Osbel, Andrea.
댓글